Hace algunos años atrás me sorprendieron con una tornamesa para mi cumpleaños. Me había rehusado por años a abrir esa puerta, porque intuía que allí atrás había un camino sin retorno que me iba a llevar a descubrir la alta fidelidad, a no volver a escuchar nunca más mis cedés, y, más grave, a tener que escoger cuáles iban a ser los primeros vinilos que comprase.
Como seguramente también te pasó a ti, al final la historia de los primeros discos que uno compra está teñida de azar, de contextos y de razones que ya no vienen al caso. En mi caso, la barrera que me tocaba superar eran esas dos cajas de plástico compradas en la Feria del Disco de Ahumada un día de invierno de 1992, que contenían la compilación Past Masters 2 de los Beatles y el estupendo Achtung Baby! de U2.
Veinte años después, tenía las cosas todavía menos claras. Pero esta vez sí sabía que el extraño “Odessey and Oracle” de los Zombies tenía que tenerlo de alguna forma. Tenía que ser uno de los primeros. Estaba seguro que “Time of the Season” era una canción que estaba hecha para ser escuchada a través de una aguja amplificada.
Esta semana, te cuento un poco de ese disco. Y también del disco que, por alguna razón que no logré descifrar mientras escribía lo de abajo, más he escuchado en mi vida de una de mis bandas favoritas de todos los tiempos y que regaló uno de los tres recitales inolvidables que he presenciado: R.E.M.